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El valor de vivir agradecido

El valor de vivir agradecido Cuando instalamos en nuestra mente y sobre todo en nuestro corazón la palabra Gracias, estamos permitiendo que el egoísmo se haga a un lado.
admin
09 Febrero 2024

Qué importante es aprender a ser agradecido. La queja es el recordatorio permanente de lo que falta en nuestras vidas. Y cuando uno se concentra en lo que falta, desarrolla un pensamiento de escasez. Es como ponerse unos lentes fijos a través de los cuales sólo se logra ver lo que no tenemos, en lugar de apreciar y valorar lo que sí hay en nuestras vidas.

«Donde va el pensamiento va la energía», quiere decir que mientras más concentrados estamos en lo feo, malo o deficiente; más obtendremos de eso. Mientras que si ponemos el foco en lo grato, bello y dulce; más obtendremos de eso también.

Cuándo fue la última vez que se tomó el tiempo para decir: «gracias, cariño, por estar a mi lado»? O «gracias por la paciencia que tuviste hoy con los niños». O «gracias, hijo/a por haber puesto la mesa».  Estar agradecido no significa únicamente decir gracias a dios por la vida, o porque no nos pasan cosas terribles.  Estar agradecido es permanecer en un estado de apertura para reconocer las múltiples bendiciones que tenemos en el día a día.  Sin esperar que ocurran cosas extraordinarias.

Se agradece cuando se tiene un logro, una conquista, o cuando se ha culminado una meta, pero no sólo es el momento culminante el que merece ser reconocido, sino todos aquellos instantes que fueron parte del camino y las personas que nos apoyaron para construir lo obtenido.

Cuando instalamos en nuestra mente y sobre todo en nuestro corazón la palabra Gracias, permitimos que el egoísmo se haga a un lado. Conservar la gratitud, incluso en momentos de dificultad, nos ayuda a encontrar tranquilidad, a saber que «eso también pasará» y a tener la confianza de que de allí saldrá un aprendizaje que nos hará crecer.

Al observar cada día, conscientemente, lo bueno que hay en nuestra vida: las personas que nos acompañan, la dulzura de los niños, la sabiduría de nuestros viejos, la ternura de los animales, el gozo de la salud, el trabajo que nos permite desplegar nuestra creatividad y conocimiento, la calidez del techo que nos cobija, la magia de la música y hasta la comodidad que nos brindan los objetos que nos rodean, le enseñamos a nuestra mente a enfocarse en la abundancia y no en la escasez.  Y si además de observarlo, damos gracias todos los días, se forma el hábito en nuestra vida y por lo tanto más cosas buenas vienen a nosotros cada vez, porque donde va el pensamiento va la energía y donde ponemos la energía, florece.

Cuando estamos en estado de gratitud, nuestro rostro cambia, porque nuestra alma sonríe y encontramos la fortaleza para superar las adversidades.Vivir agradecido es vivir en sintonía con el universo y con la esencia sagrada que habita en nosotros.